Las redes sociales son espacios de interacción e intercambio de ideas, experiencias, contenidos,... tantas cosas. Una red es un conjunto de nodos que funcionan en todas las direcciones como una retícula perfectamente conectada; llegar de un nodo a otro no tiene un único camino: puede pasar por más o menos nodos, pero la información llega al destinatario. Si la red la asemejamos a una red de pescador, tan perfecta cuando es nueva, pero tan tormentosa cuando ha sido usada, podemos creer que la red es una realidad muy uniforme con todas las celdas parecidas, similares, duplicadas,...Si la red la asemejamos a una red neuronal con su orden caótico por desconocido e incomprendido aún, veremos que la información pueda dar rodeos más o menos ilógicos desde la linealidad centralizadora, pero en esos dichosos rodeos la información se vuelve añeja, madura como en una buena barrica de roble, toma cuerpo y aroma, se vuelve afrutada con el sabor de la experiencia de los otros, del totalmente otro.
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Utilizar la red como retícula para atrapar información es una actividad muy práctica, igualmente lo es usar la red para pescar, pues da de comer..., pero se escapan así muchas cosas. Se escapa, sobre todo, el sabor de la experiencia ajena. Cuando uso la red para capturar información, pierdo al informador; me centro en el objeto y se me escapa el sujeto. Nos sucedería como a Santiago, protagonista de El viejo y el mar cuya perseverancia le sirvió para atrapar un pez solo válido como trofeo. Esa no es nuestra tarea...
Realmente falta aprender con otros y para ello es necesario interactuar y trabajar con otros. Este trabajo en equipo saca lo mejor de uno mismo. Difundir información es importante, pero debe tener un objetivo, una brújula que guíe esa búsqueda.
Indudablemente en los procesos educativos buscar, difundir, filtrar y compartir información es algo valioso; de hecho con artefactos tecnológicos menos líquidos y dúctiles y más sólidos, duros e inflexibles, los educadores venimos haciéndolo desde tiempo inmemorial. Por esas humoradas de la historia, cuanto más hemos progresado en herramientas, tanto más hemos descubierto el inabarcable peso del sujeto y de las comunidades que las usan conscientemente. Este es el principal valor que toda persona que distribuye información ha de tener y, claramente, en el mundo educativo es inapreciable descubrir este tesoro.
El educador será mediador en esta dinámica, no será el protagonista; si buscara serlo acabará degenerando en auténtico antagonista del protagonismo que debe asumir el educando. Esta es la clave no estorbar el protagonismo del alumno. Ese protagonismo no es el inmaduro egocentrismo con el que una parte de la sociedad adula a nuestros chavales.
El educador no monopoliza la información, la comparte; no trafica ni mercantiliza la información, sino que deja que cada sujeto pueda comprenderla críticamente y asirla para modificarla y hacerla crecer.
Pero tal difusión se mostrará rancia y hueca, se convertirá en un onanista proceso consumidor si no tiene una dirección que la dote de sentido. La información tiene dinámica por sí misma que conduce al infinito y eso en sí mismo no tiene valor, salvo como mercancía que, al renovarse permanentemente, puede producir procesos ad infinitum de intercambio. En nuestra distribución de información queremos formar y con-formar (formar conjunta y colaborativamente) una conciencia crítica no deformada por intereses espurios normalmente de chata naturaleza mercantil.
¿Qué me urge? En mi caso ser activo en las redes profesionales en las que estoy: Internet en el aula, los grupos de Linhedin, los seguidores en Twitter, los grupos de Edmodo y Red alumnos,... Realmente es hacer que las direcciones de las redes en mi caso funcionen en los dos sentidos en primer lugar y devolver información elaborada en segundo lugar. Este es un reto que, para ser coherente con los principios de libertad y cooperación en la red, se vuelve inexcusable.
CC BY NC - By Néstor Alonso
¿Qué me urge? En mi caso ser activo en las redes profesionales en las que estoy: Internet en el aula, los grupos de Linhedin, los seguidores en Twitter, los grupos de Edmodo y Red alumnos,... Realmente es hacer que las direcciones de las redes en mi caso funcionen en los dos sentidos en primer lugar y devolver información elaborada en segundo lugar. Este es un reto que, para ser coherente con los principios de libertad y cooperación en la red, se vuelve inexcusable.